De sincretismo religioso y bríos espirituales. / by Museo Indigena

Artículo: Johakson Moncada & Ximena Alvarenga

Artículo: Johakson Moncada & Ximena Alvarenga

De sincretismo religioso y bríos espirituales 

Cada 30 de diciembre a medianoche inicia una de las principales celebraciones del pueblo boruca: el nacimiento de sus diablitos.

Costa Rica. Con grandes y macizos cuernos, el toro brama con el fin de asustar a quien interceda en su camino, pero el grito del diablito resuena en cada esquina, caverna y cima demostrando los bríos del espíritu brunca. 

El pueblo boruca se aviva con nuevos colores, sonidos, sentires y saberes que confluyen entre sus habitantes y visitantes. De casa en casa, los diablitos recorren las arterias del pueblo celebrando la resistencia a la colonización y expresando con orgullo su identidad. Las y los espectadores los reciben con emoción convidando y compartiendo diferentes preparaciones de chicha tan dulces y tan amargas como lo pueden ser las caídas de los diablitos y del toro sobre el rocoso suelo de las calles que atraviesan. 

Marcando el fin de un año año e iniciando con otro, el baile de los diablitos deja atrás los colores melosos de la Navidad y se contrasta firmemente con las celebraciones católicas de adviento. Pudiendo ser considerado contradictorio al inicio, esta histórica celebración occidental se ha mantenido presente y con fuerza a lo largo de los años en una población donde la mayoría de los borucas; actualmente, se consideran católicos/as. De hecho, es común encontrarse en cada casa el tradicional “pasito” o portal, ampliamente adornado y acompañado de figuras de animales no tan similares a las talladas en las máscaras borucas.

A diferencia de otras culturas, el intento por rescatar y mantener las tradiciones y cosmovisión boruca no rechaza o excluye otras celebraciones no indígenas. Así, es natural que la misa católica y el baile de los diablitos puedan ocurrir en el mismo territorio y al mismo tiempo sin que existan conflictos como los pudo haber en el pasado, siendo el terreno en donde está ubicada la Iglesia parte también del recorrido del baile. 

Esta actitud característica del pueblo boruca habla y enseña muy bien sobre su identidad; en palabras de Fernando Maroto, personaje importante de la comunidad y portador de tradición, en el pueblo boruca: todas las personas son libres de elegir su religión y aquello en lo que desean creer, y eso se respeta. 

Es así como esta manifestación cultural se realiza todos los años en un contexto de sincretismo religioso en el cual se cree que el espíritu de Cuasrán, antiguo Cacique y líder de la comunidad, se manifestará y expresará en la forma más particular posible, pudiendo ser a través de cualquier persona originaria o no de la comunidad brunca;  a través del baile de los diablitos, de la flora, de la fauna o de la chicha. 

El baile de los diablitos se constituye como una representación anticolonial y, por lo tanto, como una dinámica de resistencia ante la usurpación. Hoy en día, el baile resiste, ya no ante el colonizador español, sino a una globalización rugiente tendiente a deshumanizar cualquier expresión cultural. De esa forma, sea de donde sea, quien comparta con las y los borucas el baile de sus diablitos aprenderá de su historia y de la resistencia colectiva que hay detrás.