Fotorreportaje
Cerro Duchi - Cabécar
La organización social la conforman los clanes que se respetan a pesar del entorno moderno.
Los Cabécares de Chirripó, comprenden uno de los territorios indígenas que ha logrado mantener gran parte de su identidad cultural. Se distinguen por ostentar una rica diversidad cultural: su territorio, su historia, tradiciones, espiritualidad y el derecho a ser autónomos en todas sus formas de vivencia natural, como la medicina natural, danzas, cacería y la pesca, tradiciones, cultura, sus actividades agrícolas, artesanías y costumbres y su mayor legado, el idioma.
Los cabécares habitan en un territorio con montañas boscosas, zonas sagradas, ríos importantes y con una biodiversidad que conserva su cultura que les dejó Sibö, con el conjunto de reglas y respeto establecidos hacia todos los elementos que componen la naturaleza. Actualmente, enfrentan situaciones difíciles con los madereros no indígenas, que no respetan el bosque y tratan de explotar la montaña, invaden las comunidades y amenazan a los indígenas en sus territorios.
Las poblaciones más importantes son: Chirripó Arriba: Alto Pacuare, Salitre de Pacuare, Alto Quebrada Moravia, Ximiliriñak (Paso Marcos), Tobosí, Sinoli, Capilla Uno, Capilla Dos, Alto Quetzal, Raíz de Hule, Roca Quemada, Sarclí, Tsipiri, Bajo Tsipiriñak, Lote Dos, El Seis, Jamokicha, Río Peje, Valle Escondido. Bajo Chirripó: Namaldi, Pozo Azul o Palmera, Dyey,Tcucalari, Saseyn y Nimaldi.NaíriAwarí: Nairí, Awarí, Jameikläri, Toloctzaca, Mocolutey, Tsinikichá.
Los espacios se delimitan, por medio de árboles como el cedro o el ceibo o por medio de hileras de caña india; los sitios de habitación se definían por la existencia de alguna colina cercana a una quebrada o a un ojo de agua.
Su origen desciende directamente de las semillas del maíz que Sibö esparció y sembró en el cerro Yömbata,, en San José Cabécar, centro de ceremonias más importante para los cabécares. Brotaron y se diseminaron por la cordillera de Talamanca, como el maíz era de granos diferentes colores, cada color significa un clan.
Los cabécares se consideran parte de la naturaleza, al igual que los bosques, los ríos y los animales silvestres, por lo tanto, son más cuidadosos de no ofender a las fuerzas y espíritus de ésta, ya que su supervivencia depende de la relación armoniosa, estable y duradera con su medio natural.
Desde la concepción de una mujer, según cuentan los cabécares, todos los(as) indígenas, nacen en agua, nadie viene sin agua, el agua está allá en el ser original. En la mujer se representa con la placenta que cubre su matriz, donde el niño permanece 9 meses sumergido en agua, le da vida, se alimenta, para salir al mundo, limpio su cuerpo y su alma, por ello hacen una gran fiesta con comidas y bebidas para toda la familia.
A finales del siglo XIX se señala que los cabécares vivían en ranchos redondos u ovalados y su interior estaba dividido en dos o tres secciones. Del bosque obtienen los materiales como la madera, la paja y bejucos para su construcción. Normalmente las casas se sitúan a distancias grandes, debido a la costumbre de mantener cerdos, sin uso de corrales; de esta manera se evitan problemas con los vecinos. Las casas se ubican en lomas o pequeñas elevaciones cercanas a riachuelos de los cuales se obtiene el agua para beber, cocinar los alimentos y bañarse.
En las comunidades de tierra adentro, las casas son más tradicionales, se les llama jútsini, que es un rancho de techo cónico de hoja de suita y paredes de palos rollizos. Lo habitaban varias familias, nueras y yernos. En los cabécares las personas mayores de las familias han trasmitido toda esa cosmogonía y cosmovisión a sus hijos y nietos. Han contado sus historias, tradiciones, costumbres, idioma, danzas, cantos, medicina natural, de generación en generación, para trasmitir los conocimientos de la cultura; práctica que guarda la tradición de enseñar desde la oralidad, que Sibö les dejó para vivir de acuerdo a sus reglas.